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¿A quién vamos a ir?

¿A quién debemos acudir? Creo que es una pregunta que todos debemos hacernos en estos momentos, teniendo en cuenta los trágicos tiroteos de Texas y otras zonas del país. Si miras a tu alrededor, la gente está depositando su confianza en todo tipo de entidades e instituciones, manteniendo acaloradas conversaciones y tratando de ganar argumentos. Seré el primero en decir que no pretendo tener todas las respuestas. Ni siquiera voy a decir que la Biblia da todas las respuestas que podríamos buscar. Sin embargo, Dios Padre, Dios Hijo y el Espíritu Santo se dan a sí mismos para llevarnos en momentos como éste.
 
¿Sabías que la Biblia nos dice que Jesús fue tentado como nosotros en todo, pero sin pecado? En otras palabras, cuando nos afligimos, cuando estamos tristes, Jesús puede identificarse. Entonces, ¿a quién acudir mejor durante este sufrimiento que a Jesús?
 
A medida que Cristo se acerca a la cruz, es casi como si una sombra se cerniera sobre su vida. Aquellos más cercanos a Él comienzan a alejarse; las escrituras nos lo dicen,
 
"Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino, pero Yahveh hizo recaer sobre él la maldad de todos nosotros". Isaías 53:6
 
En el apogeo de su ministerio, Jesús contaba con unos 15.000 seguidores. Pero cuanto más se acercaba en el camino del sufrimiento al Calvario, las multitudes comenzaron a disminuir. En un momento dado, sólo quedaban 12 personas. Entonces Jesús preguntó: "¿Queréis marcharos también vosotros?". Simón Pedro respondió: "Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna". Juan 6:67-68
 
Cristo no le dice todo sobre cada situación y cómo manejarla. Pero Él dio de Sí mismo y se reveló. Pedro tuvo que llegar al punto de decir, eso es suficiente. Eso es suficiente.
 
Me recuerda una historia de los devastadores incendios del Parque Nacional de Yellowstone en 1988. Se calcula que el 36% del Parque quedó calcinado. Cuando un guardabosques iba a inspeccionar los daños, tropezó con los restos carbonizados de un pájaro. Y cuando tropezó con ella, era obviamente una mamá pájaro porque sus polluelos salieron corriendo de debajo de ella para ponerse a salvo en cuanto él miró hacia abajo. En lugar de salir volando, aquella valiente mamá pájaro dio su vida para proteger a sus polluelos del fuego. Jesús hizo exactamente lo mismo por nosotros.
 
Al terminar hoy, espero que las palabras del Salmo 91 resuenen en nuestros corazones.
 
"El que habita al abrigo del Altísimo morará a la sombra del Todopoderoso. Diré a Yahveh: "Mi refugio y mi fortaleza, mi Dios, en quien confío". Porque Él te librará del lazo del cazador y de la peste mortal. Con sus alas te cubrirá, y bajo sus alas hallarás refugio". Salmo 91
 
No se me ocurre un lugar mejor para nosotros, como país y como pueblo, que la sombra del Todopoderoso. En tiempos altos y bajos, espero que podamos refugiarnos en la palabra de Dios.
 

-Paz

George

 

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