Expresar gratitud por las pulgas refleja cierta madurez. Creer que nada nos llega sin pasar antes por las manos del Padre requiere fe, pero dar gracias al Señor por lo que se filtra exige un nivel de confianza distinto, sobre todo cuando trae dolor.

Cuando se acerque la mesa de Acción de Gracias, piensa en una relación maltrecha a la que pronto podrías enfrentarte. Un vínculo familiar que antes era inseparable ahora está hecho jirones. Independientemente de la culpa, ¿se espera que digas sinceramente: "Gracias, Dios", por esta situación? La respuesta rotunda es sí.

El libro más antiguo de las Escrituras pregunta: ¿Debemos aceptar el bien de Dios y no aceptar la adversidad? La respuesta inequívoca es que debemos aceptar ambas cosas. ¿Hay algún hermano, hermana o pariente político con el que estés enemistado, alguien que te haya herido profundamente? Considera que ésta es tu mejor oportunidad para empezar a parecerte a Jesús más que nunca.

Reflexiona sobre 1 Pedro 2:23, que retrata a Jesús siendo insultado, pero sin insultar a cambio; y "mientras sufría, no amenazaba, sino que seguía encomendándose a Aquel que juzga con justicia". Si deseas reflejar a Cristo, ésta es tu oportunidad. Otro versículo de Pedro proporciona una hoja de ruta: En resumen, sed todos armoniosos, comprensivos, afectuosos, compasivos y humildes; no devolviendo mal por mal ni insulto por insulto, sino dando en cambio una bendición.

Así como las pulgas se convirtieron en agentes de la gracia, tu desafiante familiar puede ser visto bajo una nueva luz. Abraza la semejanza a Cristo el próximo jueves para reflejarlo mejor, incluso en lugares tan inesperados.