los niños son dioses terribles - 2
George Shamblin2024-07-26T14:25:31+00:00Bailey, mi hija, y yo jugábamos a divertidos juegos todas las noches cuando tenía cuatro años. La "Hora del peinado loco de Su Alteza Real", como la llamábamos cariñosamente, era más o menos mi forma de mimarla y al mismo tiempo recalcar: "Bay, así es como un niño debe porque eres una Princesa Preciosa del Altísimo Dios".
Nuestra rutina nunca se desviaba. Siempre empezaba así: Remolinos de alce de una lata de aerosol que parecían una torre de malvaviscos encima de su cabeza, parando sólo cuando el montículo se desplomaba a un lado. Después se pintaba las uñas con los "colores más chispeantes". A continuación, probaba perfumes europeos. Peinarse el pelo con secador. Es curioso cómo las cosas más pequeñas cautivan la imaginación de los niños, y los secadores encabezan la lista. Entonces, un día, las cosas cambiaron, incluso antes de que pudiera completar la torre de alces con forma de malvavisco que tenía sobre la cabeza: "Papá, ¿por qué nunca le dices estas cosas tan dulces a mamá?
¿Y sabes qué? Su sugerencia, que tomé como tal, no como una pregunta, no fue algo puntual. Pronto se convirtió en parte de la rutina. Era la forma de comunicarse de mi hijo de cuatro años: "Deseo desesperadamente que quieras más a mi madre. Mi mundo se siente tan bien y seguro cuando lo haces."
La riqueza generacional se ha convertido en un eslogan muy popular últimamente. Se ve en todas las redes sociales. Pero, ¿y si empezáramos a hablar de salud generacional, sobre todo en las familias? Admitámoslo, la abundancia de más cosas (es decir, dinero y recursos) no ha producido la satisfacción que esperábamos. Ni lo hará. ¿Con qué frecuencia oyes a las parejas estresarse por proporcionar a sus hijos bienestar material? Constantemente. Pero dar a los niños más y más cosas no es la solución. Los niños necesitan ver a sus padres prestándose toda su atención, participando activamente el uno en el otro sin que nadie les moleste y desde una distancia en la que no puedan interrumpirles. Los niños escuchan con los ojos. Si no lo ven, "quiero mucho a tu madre/padre", no se lo creerán. |
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